viernes, 24 de agosto de 2012

Cosquillas

Soy todos los nombres que he conocido. Las veredas que he caminado. Los ojos que me han mirado. Las bocas que hablaron callando. Las lunas sonrojadas La estética de la osadía. Las manos que tratan. La mente que se cura. Un clarividente que no ve. Una persona que no busca encontrarse entre miles de personas perdidas. Pero a pesar de semejante mochila al rozarme levemente tu piel siento nuevas cosquillas en la panza.

viernes, 17 de agosto de 2012

Lucía.

Una artista de la cuerda floja. Subía a la altura de los andes sin redes ni miedos y allí encontraba el sitio exacto de la adrenalina. El trapecio era su hamaca de plaza. Tenía persiguiéndola, una larga cabellera negra que azabachaba los focos seguidores. Erizaba espectadores. Mientras les trenzaba los nervios, abría sus ojos y detenía sus respiraciones. Enérgica y determinada sorprendía a todos con acrobacias de mariposa. Era distinta. Tenía colores. Su vida había sido siempre de circo. Desde siempre. Desde toda su extensa vida. Lucía era trapecista de 10 hermosos abriles y de miles de sueños soñados. Su madre leía la bola de cristal en un espectáculo lleno de mística y fantasías y muchos sabían que eran tiempos de agonía de fe. La post guerra se medía en hambruna y desempleo y el pan diario en rebanadas semanales. Dolía el estómago en aquellas miradas. Mientras el circo rodaba el escenario a otros sitios menos desvastados esa caravana de gitanos llenaba de colores a los caminos desolados. Lucía era primavera de Sevilla. Su mirada de Soles del alto Perú despertaban sonrisas a su paso. Nada temían sus manos. Nadie le doblegaba. Quien se atrevería. Una madrugada decició abrir las puertas de las jaulas y escaparon todos los animales en Marruecos. Aquél alboroto despertó a la ciudad mora. Ella nunca se sintió sola, en esa empresa le había acompañado la luna de sus ancestros. Al detenerla un oficial le exigió explicación con una taza de chocolate caliente. En silencio esperó la respuesta. Ella le miró con sus soles incas. ---Soy acróbata, no cómplice.--- le dijo. Algunos fugados lograron escaparse. Triunfó el instinto. Otros volvieron a sus jaulas porque eran sus hogares. Triunfó la doma. Lucía lloró sus regresos. A partir de aquél día no dejan de temblarle las manitos y siente que el imperio del sol abandonó sus ojos en la realidad. Mientras todos duermen ella solloza. ---Despierten…despierten… y háganlo rápido.---