lunes, 9 de marzo de 2015

Contra reloj.

No es fácil ir contra el reloj. Casi ni se puede. Resulta hasta irónico creer que en las redacciones se cierra el trabajo contra reloj. Siempre surge alguna discusión altiva o alguna frase demoledora del jefe que costará mucho erradicarla de nuestras memorias. Nadie puede ir contra reloj. Es un sinsentido. Si se propone trabajar bien, se dispone de tiempo necesario. Es una condición sine quanum para ser. Todo lo que se haga con el reloj a cuestas resulta impersonal y hasta un cliché de oficinista barato. A ello habría que agregarle la tensión que genera y degenera el trascurso tranquilo de lo bien hecho. Conocí a una persona que vivía contra reloj. Cómo muchas otras nunca recordaba a la noche ni lo que había hecho a la mañana.Para colmo solía repetir que no tenía tiempo. No es factible tener una agenda de agujas. Ellas finalmente marcaran en nuestro corazones la agonía de haber pasado sin reír siquiera de las simplezas que nos rodean.