domingo, 16 de octubre de 2011

madre

Mi madre ha sabido vivir la vida a través de sus hijos. Aún lo sigue haciendo. Se preocupa más de lo que realmente son las cosas. Siempre atendió las necesidades del crecimiento. Su costado mujer quedó un tanto postergado, a pesar de haber sido la reina del carnaval. Más madre que mujer. Tiene la pirámide invertida. Cabeza dura. De estructuras y códigos de familia muy rígidos. De tanto inculcar algo quedó. Mis hermanos y yo aceptamos su carácter y sus valores. Cultora del “todo pasa”. Su universo ha sido su barrio y tardó años en resurgir su bohemia. Pintaba. Escuchaba. Era la madre sustituta de algunos de mis amigos y de amigos de mis hermanos. Su casa, la que compartíamos, solía ser un hogar lleno de nombres. Grande como su corazón. Devolvía y pocas veces la he visto llorar. Creo que se escondió siempre. Sencilla, criticona y austera. Poco se ocupó de ella misma. Rezagando, postergando, esperando. A veces siento que heredé de sus comarcas una veta artística poco estimulada y que mi desafío es desarrollarla. Eso me lo debo y se lo debo. Adoro sus mates y su “no tengo tiempo”. Debe ser así realmente. Vive eternamente cansada…

Tal vez, pensarnos a todos agote.

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