martes, 9 de noviembre de 2010

Daniela

Daniela soñaba con su falta. Al llegar a los escaparates de una juguetería, mientras su cuerpito se estremecía entre los colores y las luces, todo quería y nada necesitaba. Aquellos juguetes brillaban para ser tocados por algún niño. Demandaban ser cuidados. Su padre viajaba mucho. No estaba. Ausente con culpa le daba todos los caprichos. A todo decía que sí. El día previo a su cumpleaños de cinco entraron a la juguetería. El padre le dijo que no escatimara en gastos que eligiera lo que quisiera entre miles de juguetes. Luego de pasear por los pasillos con él y su guardaespaldas decidió que llevar.
--Ella –dijo Daniela.
---La muñeca que está con vestidito rosa y coronita lila--- dijo el padre.
---No... esa muñeca no…Ella--- respondió Daniela señalando a la vendedora.
El padre sonrió nerviosamente.
---Ella trabaja acá. No está en venta.--- dijo timidamente.
---No quiero otra cosa… la quiero a ella.--- aseveró mirando el suelo.
El padre se acercó a la vendedora. Le animó a entender su situación. Entonces le propuso un trabajo de juguete para su niña. La vendedora sonrió. El padre le ofreció el triple de su sueldo. Sorprendida la vendedora no supo cómo responder y volvió a sonreir. Pensó. Se agachó ante Daniela y le dijo.
---No se pueden comprar las amigas. Con gusto iré a jugar con vos cuando arreglemos.--
Daniela le miró a los ojos. La niña volvió a ser niña. Le acarició la cara a la vendedora y susurrándole al oído le dijo.
--- Mañana a las 5 te espero en mi cumple. Van a preparar una torta con chocolate y dulce de frambuesas y después te quedás a vivir conmigo---

4 comentarios:

  1. Daniela continuará viviendo a partir de su falta!

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  2. Querido Sereno de los Faros, esa niña ya sabía que hasta las personas se compran, pobrecita, nunca experimentará la ilusión de un niño que mira vidrieras de juguetes, por el placer de mirar y nada más. Preciosa historia. Un abrazo

    Alicia
    http://blogs.clarin.com/1ali/

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  3. No, definitivamente no quiero vivir jamás en una jaula de oro, la soledad es lacerante...

    Besos desde un faro en mitad del mar, siendo espuma entre las olas

    Mar (... La vendedora de humo)

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  4. Nena caprichosa, papá consentidor. La vendedora es la única que le puso un límite a ambos, no?

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