jueves, 4 de noviembre de 2010

Lucía

Una artista de la cuerda floja. Subía a la altura de los andes sin redes ni miedos. El sitio exacto de la adrenalina. El trapecio era su hamaca de plaza. Larga cabellera negra que azabachaba los focos seguidores. Erizaba espectadores. Les trenzaba los nervios. Abría los ojos y detenía sus respiraciones. Enérgica y determinada sorprendía a todos con acrobacias de mariposa. Era distinta. Tenía colores. Su vida había sido el circo desde siempre. Desde toda su extensa vida. Lucía era trapecista. Tenía 10 hermosos abriles que eran eternos sueños soñados. Su madre peruana leía la bola de cristal en un espectáculo lleno de mística y fantasías. Muchos le creían en Kiev. Eran tiempos de agonía de fe. La post guerra se medía en hambruna y desempleo. El pan diario en rebanadas semanales dolía en el estómago y en las miradas. El circo rodaba el escenario a otros sitios menos desvastados. Caravana de gitanos en caminos desoladores. Lucía era primavera de Sevilla. Su mirada eran Soles del alto Perú. Su fluir, todos los arroyitos de los mares bálticos y de la luna. Nada temían sus manos. Nadie le doblegaba. Quien se atrevería.
Una madrugada abrió las puertas de las jaulas del circo y escaparon todos los animales en Marruecos. El alboroto despertó a la ciudad mora. Le acompañó la luna de sus ancestros en tamaña empresa.
Al detenerla el oficial le exigió explicación con una taza de chocolate caliente y en silencio esperó la respuesta.
Ella le miró con sus soles incas.
--Soy acróbata, no cómplice.-- le dijo.
Algunos fugados lograron escaparse. Triunfó el instinto.
Otros volvieron a sus jaulas porque eran sus hogares. Triunfó la doma.
Lucía lloró sus regresos.
A partir de aquél día no dejan de temblarle las manitos.
El imperio del sol abandonó sus ojos en la realidad.
Mientras todos duermen ella solloza.
--Despierten…despierten… y háganlo rápido.--

3 comentarios:

  1. escuche: qué maravilloso canto libertario! entonces, ella era un pájaro también?

    bellìsimo.

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  2. Miralunas,
    como aquél azul que alguna vez te dió tu madre. Como esos que ponen celestes los cielos.

    besojos,

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  3. Que ternura...no puedo decir mas.

    Besos desde un faro en mitad del mar

    Mar (.. La vendedora de humo)

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