miércoles, 11 de marzo de 2009

El cambio II

No me considero el mejor estratega, pero si el más audaz. Tsu nu, solía decir que quien no cambia perece. Cuando leí esas palabras, quedaron impregnadas en mi memoria y entendí la verdadera la materia prima del cambio. La acción. Me sobra coraje para enfrentar los cambios. Y eso que si hay algo que realmente atemoriza es precisamente eso; cambiar. Uno cambia de amigos, de novia, de auto, de casa incluso a alguna mejor, y ese salto de rutina hacia lo desconocido, descoloca, enfrenta a nuevos vecinos, formas de saludarse, nuevo escenario, nuevos actores. La vida en sí es un cambio. Esta misma página en blanco y luego llena de palabras. Creo que vale ésta analogía para explicarme. Es como estar frente a una pileta, y cambiar de estado, de estar seco a estar mojado. Algunos se zambullirán de cabeza, otros preguntarán antes si esta fría o esta linda (¿ linda el agua?), otros bajarán suavemente por la escalerita, y otros caerán dando doble mortal en el aire. Por supuesto que, estarán como siempre los que verán desde sus reposeras la secuencia con recelo y quedaran absortos y acalorados. Así se pasa de estar seco a estar mojado. El cambio supone una actitud, una cuestión previa de necesidad, y una acción, la que determine que hacer para adaptarse a la nueva situación. Alguna vez leí que el cambio supone inevitablemente dos miedos, a la perdida, sobre lo que se tiene, y al fracaso, sobre lo que vendrá. Cambiar no debería asustarnos por mas que arriesguemos y apostemos sobre eso. Lo real es que cambiar a tiempo es acompañar la dinámica de la vida en su mejor expresión. Tendemos a que las situaciones estén en donde queremos que estén,pero todo cambia, y lo único permanente es eso. Se teme a lo que genera cambio, tal vez eso sea la prisión que no libera lo mejor que tenemos para dar. Soy de los que se tiran a la pileta de cabeza cuando la situación amerita, de los que arriesgan por llegar a conectar con personas que se entregan, por visualizar el deseo como arma para aceptar el devenir. ¿Sonó complicado? Estimados; así soy. Entonces, retomando del lapsus, la vida paradójica y caprichosa es como la vemos y no como realmente creemos que es. El cambio es inoportuno, repentino en necesidad, y esa necesidad está subrayada para sentirse mejor. Si consideramos que estar quieto o inmóvil es estar en movimiento de todos modos, todo se acomoda, con la fuerza del deseo necesaria hacia donde seamos mejores personas. Sólo nos resta entender que para cambiar no hagan falta recetas mágicas o polvos de estrellas. Reinventarse, es adaptarse a l cambio constante. Siendo centro y periferia, aceptando el protagónico y el de reparto. Eso precisamente, reinventarse con coraje, es el cambio.

2 comentarios:

  1. Mientras leía,vino a mi mente una escena(sí,hablo de escena tratándose de un libro porque es absolutamente visual,casi cinematográfica),de "La inmortalidad" de Milan Kundera.El momento en que el protagonista mira desde una reposera al borde de la pileta, a la mujer,que, día tras día, se va hacia la salida, gira, levanta su mano y saluda.La vida de ese hombre no cambió, hasta que no se levantó de la reposera, para poder averiguar, mordido por la curiosidad y el amor que esa mujer le había despertado, a quién saludaba.
    Levantarse es cambiar, moverse es cambiar.Zambullámonos pues, cada cual de la forma que le plazca, o mejor sepa.

    Un beso!

    ResponderBorrar
  2. Rayu, que analogía más exacta!!.
    Gracias por tu zabullida.
    beso,

    ResponderBorrar

cuentame tus luces